La calle Atocha con sus casi cuatro kilómetros desde la plaza del Emperador Carlos V, más conocida popularmente por los madrileños como la Glorieta de Atocha hasta la plaza de la Provincia muy próxima a la Plaza Mayor, es una de las calles más antiguas de Madrid.
Su nombre proviene del camino que recorrían los peregrinos entre olivares y cañizares que llevaban a la antigua ermita de la Virgen de Atocha.
En sus inicias, era uno de los pocos accesos a la capital desde la zona este a barrios como Vallecas o Moratalaz. Y pese a ello, no aparecían en los planos topográficos de la ciudad hasta mediados del siglo XVII en el plano de Teixeira.
Más conocida como el camino de Atocha, comenzó su urbanización por parte de Francisco de Mora y Juan de Herrera con colegios como el de los Niños Desamparados, edificios emblemáticos como la estación de tren o el Banco de Isabel II o focos de cultura como el Teatro Calderón. Por lo que empezó a ser frecuentada por literatos y personajes de la cultura como la Academia Selvaje, de la que formaban parte Miguel de Cervantes o Lope de Vega.
Muy unido a la cultura madrileña, en el número 87 de la calle Atocha, estuvo la primera imprenta donde se hizo la edición príncipe de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Además se edificaron diversas escuelas y colegios como el de Cirugía de San Carlos o el Hospital Clínico.
La calle Atocha aparece también ligada a la literatura madrileña ya que autores como Lope de Vega o Benítez Pérez Galdós ponen en sus textos los mejores paisajes, anécdotas y recuerdos de la calle Atocha.