Falta apenas una semana para que millones de familias celebren en nuestro país la entrada de la Navidad. Una época del año donde, independientemente de las creencias, las familias y los amigos se reúnen para celebrar unos sentimientos compartidos, sentimientos que muchas veces aparcamos el resto del año y que por una vez reflotamos para olvidar las rencillas y sentarnos todos alrededor de una mesa.
Vuelven los anuncios de turrones, de los juguetes y de las vueltas a casa, y como no, de las peleas políticas que en España nunca faltan. La verdad es que ya estamos todos bastante acostumbrados a que los políticos nos tiremos los trastos a la cabeza, pero creo que hay momentos mejores para hacerlo que en Navidad. No creo que estemos dando buena impresión a los españoles si en fechas tan señaladas nos dedicamos a ver quién tiene las luces más bonitas o los mejores programas de actividades.
Las políticas públicas navideñas deberían ser comunes, con sus altibajos pero respetando unos mínimos y unos máximos. No puede ser que las navidades se conviertan año tras año en una competición por ver quien lo tiene más grande. Millones de belenes se montan en cada casa, los creyentes los elaboramos más, otros los hacen más pequeños, con niños se cuelan “Playmobils” o dinosaurios en el Nacimiento y cuando estos se van, el juguete se va pero el Nacimiento se queda. Y así, año tras año, celebramos la fraternidad y la alegría que supone estar todos reunidos y respirar un clima de ilusión único que se disfruta en todo occidente.
No es cuestión de ideología, y quizás ya no tanto de creencias. La Navidad es de todos y los representantes públicos es lo primero que deben tener en cuenta. Ni hace falta gastar una millonada en actividades ni ridiculizar las fiestas con Nacimientos grotescos. Tampoco hace falta gastar medio presupuesto en poner luces allí donde nadie pasa, pero tampoco hay que dedicar el esfuerzo mínimo para alentar la ilusión de los ciudadanos desde las instituciones. La Navidad no es cuestión de ideologías, es patrimonio del pueblo y una tradición que todos respetan, respetémosla.