Una playa para Madrid. Hace apenas una semana nos hacíamos eco del proyecto que las plataformas de inversión Stoneweg y Teras Capital tienen en marcha, con el objetivo de instalar al lado del estadio Metropolitano la playa urbana y el parque de olas más grandes de Europa y convertir a Madrid en un referente mundial del surf, aprovechando su popularidad como deporte olímpico.
Pero no será la primera, ya que en Madrid existió una playa artificial ubicada en un embalse del río Manzanares, cerca del Monte del Pardo, que contaba con arena, sombrillas y botes de remos.
Durante la Segunda República se construyó un complejo de ocio público que fue destruido durante la Guerra Civil pero que, sin embargo, tuvo una segunda oportunidad en los primeros años del franquismo hasta que cayó en desuso en el siglo XX. La construcción estuvo a cargo del arquitecto Manuel Muñoz Monasterio, artífice del estadio Santiago Bernabéu y la plaza de toros de Las Ventas.
Durante años fueron los madrileños que encontraron en esa lámina de agua que apenas cubría las rodillas la alternativa más barata a una escapada a Valencia. Sin embargo, en la actualidad las instalaciones están en estado de abandono, aunque todavía se encuentra un letrero en la carretera de La Coruña que indica el desvío hacia la Playa de Madrid.
En 2019, la presa de hormigón fue demolida como parte de un plan de restauración del río Manzanares en El Pardo, con el objetivo de recuperar el entorno ambiental del río y adaptarlo al cambio climático, mejorando las condiciones para la fauna autóctona.
Actualmente, los únicos vestigios de la antigua Playa de Madrid son los edificios del complejo deportivo que fueron reconstruidos después de la Guerra Civil. Estos edificios, que pertenecen a Patrimonio Nacional, están vallados y no hay más pistas sobre su futuro, más allá de su lenta pero implacable ruina.
El complejo deportivo llegó a contar con siete piscinas, diez pistas de tenis y cuatro de pádel cuando fue transformado en un club privado. Sin embargo, el club quebró en 2014 y desde entonces el lugar se encuentra abandonado, con ventanas rotas y grafitis en las paredes.
Las barcas de la antigua isla fueron asimismo los últimos vestigios de este sueño costero, que ahora está destinado al olvido.